jueves, 30 de agosto de 2012

Transgénicos del demonio vs los benditos orgánicos


¿Les ha pasado que ir de compras se convierte en un proceso abrumador? Existen tal cantidad de productos, marcas, colores y sabores de los alimentos, que normalmente decidimos qué comprar basándonos en el precio o la imagen.
Pero, ¿pensamos lo que consumimos? ¿sabemos de dónde viene? ¿entendemos las repercusiones ecológicas, sociales y económicas que tiene comprar equis producto?. Si de por sí la experiencia de "hacer el súper" es compleja, se las voy a complicar más.
A partir de la década de los 80, diferentes empresas comenzaron a modificar especies para volverlas más resistentes mediante la ingeniería genética, la cual permite aislar material genético separándolo o insertándolo en genomas de otro organismo. A éstos se les conoce como transgénicos. La primera empresa que tuvo éxito creando transgénicos para consumo humano fue Monsanto, modificando la planta del tabaco a principios de la década de los 90. En la actualidad los transgénicos son controlados por escasas empresas, entre ellas Bayer, Syngenta, Pioneer, Dow Agroscience y la antes mencionada Monsanto.
Desde entonces los laboratorios siguen experimentando con plantas y animales, siendo así que la mayor cantidad de productos que consumimos tienen algún rastro de transgénicos; abriendo paso al debate entre los alimentos orgánicos y los OMG (organismos modificados genéticamente).
El éxito de los transgénicos se debe al aumento de rendimiento de cada producción; son más resistentes a plagas y enfermedades, crecen en ambientes adversos y en algunos casos, disminuyen el uso de pesticidas. Los procesos se agilizan; los animales engordan y crecen más rápido, recortando costos y tiempo de crianza.
¿Qué tienen de malo? Fácil, los OMG al igual que cualquier producto pertenecen a una empresa y por lo tanto tus cultivos, no te pertenecen a ti, sino a la marca que te vendió las semillas. Es decir, un campesino no podría almacenar semillas para sembrar la siguiente temporada sino que tendría que comprarle al dueño de la patente un nuevo lote. Y aquí entra otro problema, es difícil contener la reproducción natural de los cultivos; factores naturales provocan el mestizaje de semillas con patente y de dominio público, lo cual hace objeto al campesino de una demanda multimillonaria por parte del dueño de la patente.
¿Y luego? Las consecuencias del uso de transgénicos aún no están bien estudiadas, por lo que las repercusiones en los organismos (humanos o animales) a largo plazo, son desconocidas. Existe una medida en el derecho ambiental internacional  llamada "Principio precautorio" que dicta que, cuando las consecuencias de la introducción de un nuevo producto son potencialmente dañinas, no se puede aprobar su uso.
Otro problema es que se han registrado casos en los que presumiblemente provocan alteraciones en el sistema inmunológico del hombre. Aunque no existen pruebas concluyentes de las afectaciones concretas a la salud que los OMG podrían tener, la Union Europea ha establecido restricciones a su importación o producción.
Para tomar una mejor decisión acerca de lo que consumimos debemos entender la contraparte, los productos orgánicos.
Los alimentos orgánicos son aquellos que se producen sin aditivos químicos ni sustancias sintéticas (no colorantes, saborizantes, pesticidas químicos, etc.) y no están modificados genéticamente. Se tratan de productos estacionales y ambientalmente responsables, su impacto ecológico es mucho menor; así como su impacto negativo en las economías.
¿Lo malo? Hasta el momento no existe un organismo que certifique la veracidad de los llamados productos orgánicos, por lo que comprarlos se convierte más en un acto de fe que cualquier otra cosa. En cuanto al nivel nutricional no hay diferencias significativas que lo separen de los productos transgénicos.
Los productos orgánicos tienen un menor tiempo de vida y su producción es más lenta; por lo que consumirlos resulta más caro; ya que la demanda aún no es lo suficientemente grande (a pesar de ser una industria en constante crecimiento) como para bajar los precios.
A diferencia de los productos transgénicos, lo poco económico de los alimentos orgánicos representa un crecimiento integral, donde tanto la persona que cultiva, como su comunidad se ven beneficiados. El ambiente sufre menos y los riesgos a la salud son menores ya que se evita el uso de pesticidas y otros químicos que pueden resultar dañinos.
Ahí están las dos caras de la comida. Por un lado tenemos los transgénicos, baratos y accesibles, pero hasta el momento no tenemos claras las repercusiones a la salud y hay muchos misterios rondándolos. Y por otro lado los alimentos orgánicos, caros pero que van a la segura. El consumo de cualquiera de los dos es una decisión personal, pero que vale la pena tomarla estando bien informados. 

Este fue un artículo que publiqué en la revista Vintash (ahora ya extinta, por cierto) en el cual debía cubrir el tema de manera neutral, ni a favor, ni en contra (pero se pueden imaginar mi postura, ¿cierto?). Y lo que en un principio creí que sería cosa sencilla, resultó más compleja y macabra de lo que me imaginé. Así que éste fue el resultado horas y horas de investigación, debates, documentales, sustos e indignación. ¿Y por qué lo publico ahora? Porque oh sí, nuestros brillantes políticos ya permitieron la siembra de transgénicos en México. Así que más vale saber de qué nos estamos alimentando. 

Si quieren saber más de este tema, pueden visitar la página de Greenpeace y también pueden ver este documental para tener más información (de verdad lo recomiendo, está bastante ligero, sencillo y de fácil comprensión): 

(Creo que la segunda parte ya no trae subtítulos, pero está sencillo de entender)

Momento del dato curioso, ¿alguno sabe lo que es el "agente naranja"?. Bueno, pues de manera resumida, la historia de este químico va así: 

En los años de la guerra de Vietnam, nuestros vecinos-arma-pedos del norte (Estados Unidos) diseñaron un químico llamado "agente naranja" cuya función era terminar con la naturaleza y la jungla de la zona donde se encontraba el Vietcong para que no se pudiera esconder el enemigo y destruir los cultivos para que se murieran de hambre. Ganar-ganar. Esparcieron éste químico por varias zonas de Vietnam durante un buen rato creyendo que todo iba bien. Hasta que tiempo después se dieron cuenta que por atascados y poco cuidadosos, ¡hicieron mal la fórmula! Y el resultado fue una sustancia altamente cancerígena que trajo consecuencias terribles tanto en la población de Vietnam que fue expuesta a él, como en los propios soldados estadunidenses, manifestándose principalmente en malformaciones en los descendientes de dichas personas. Evideeentemente, a los veteranos americanos se les indemnizó por muchísimo dinero, pero a los habitantes de Vietnam les han rechazado demanda tras demanda. Dejando así a un país que todavía hoy sufre las consecuencias de ésta guerra.
¿Y por qué les conté ésto? Pues este químico fue creado por nada más y nada menos que Monsanto. Una joya de empresa, ¿no?. 

*De nuevo, gracias a @jucecopa por su ayuda con este artículo. Todos se deberían conseguir con un novio como el mío. Pero no el mío jajaja. 

sábado, 25 de agosto de 2012

El precio de curarse


Recientemente en facebook pasó algo que no se sale de mi cabeza. 

Entre mis "amigos" tenía agregada a una persona que defendía los experimentos con animales de una manera bastante práctica y que de alguna manera tenía mucho sentido, sin embargo nomás no me deja de calar. 
Personalmente no lo conozco, tenemos varios amigos en común y por lo poco que sé trabaja en un laboratorio científico donde él mismo experimenta con animales. Defendía dichas prácticas argumentando que gracias a los avances científicos y médicos nuestras expectativas de vida son de 20 años más y que podías curarte si te enfermas. Tiene razón, eso no se lo discuto y se lo agradezco a todos los animales y seres que hayan perecido en el intento. Sin embargo no puedo dejar de pensar: ¿vale la pena?.
Mi postura hacia estas cuestiones (y muchas otras), desde hace un par de años va así (disculpen si no tiene mucho sentido): ¿podemos ir a Marte pero no podemos dejar de experimentar con animales?. 
Así de sencillo. Y se puede reemplazar con "podemos tener celulares" o "podemos manejar un coche" o cualquier avance científico o tecnológico importante y sorprendente y el asunto de mi preocución en turno. Me parece increíble que a estas alturas de la vida aún no se pueda encontrar una alternativa a matar ratones o inyectar changos o medicar gatos. Simplemente me parece inconcebible. Y para mí, mi vida no tiene por qué valer más que la de un mono, un ratón o un panda. 
Ahora, estoy hablando desde una posición bastante cómoda, a mí me vacunaron tal como dicen los anuncios a los 2, 4, 6 y 18 meses; a mí no me va a dar polio o viruela. Y desde aquí puedo defender las causas que me parecen justas los 20 años que me regaló la ciencia moderna (ay pero qué malagradecida); pero la cuestión es: y los animales ¿qué?. 
¿Por qué otras especies deben de sacrificarse por nuestra salud? Evidentemente no lo hacen de manera voluntaria y ahora, no soy experta, pero ¿los efectos de los medicamentos o fórmulas serán iguales en un animal, que en una persona?, ¿es válido lastimar y tratar con crueldad animales con el fin de conseguirnos unos años más de vida?.
También hay que recordar que la salud, como todo en esta vida, es un GRAN negocio. Las farmacéuticas no crean medicinas "por buen pedo" y definitivamente no te las regalan. La salud es de quien la puede costear. ¿Te enfermaste de cáncer? ¿Necesitas vacunas? ¿Tienes gripa? Te curamos si tienes dinero. Así que esa postura de "estamos salvando al mundo de sus terribles enfermedades" está fuera de lugar. 
Pero les pido que no me malinterpreten, agradezco la existencia de la medicina, gracias a ello pude convivir unos años más con mis abuelitas, pude crecer relativamente sana, me he curado de enfermedades sencillas y un largo etcétera. Sin embargo me parece de espanto no detenerte a pensar en lo que conlleva ganar unos años más de vida. 
Y en un afán por pedirme congruencia me van a decir: "oye pero tú comes carne, ¿qué te haces, pinche Sabrina? Igual le haces daño a los animales". Sí, no lo niego. Y no, no me encanta. Pero denme chance, ser vegano o vegetariano, no es sencillo y tampoco barato. En mi familia no se acostumbra y hasta hace un año no empecé a siquiera pensarlo. Poco a poco me voy haciendo a la idea de que tal vez es lo mejor para estar en paz con la naturaleza. Pero es un proceso. 
Entiendo que la única manera de vivir sin lastimar a otros seres y sin perturbar la naturaleza sería viviendo en el bosque como hippies y volvernos veganos. Y no todos estamos dispuesto a hacerlo. 
Pero desde mi relativa comodidad, no puedo evitar querer exigirle a los laboratorios, que ganan millones y millones, que encuentren alternativas. Decía esta persona "Creeme, si hubiera otra forma de desarrollar vacunas o curas a padecimientos humanos, los científicos abrazaríamos inmediatamente esa opción. PERO NO LA HAY." Y le creo, le creo, le creo (jaja)… sin embargo no puedo evitar pensar, bueno pero más allá de la culpa del científico promedio, el que trabaja como cualquier otra persona, ¿qué tanto estarán intentando los laboratorios en encontrar una alternativa?. ¿Cuánto de su dinero destinarán específicamente a buscar otra solución a experimentar con animales?. ¿Será mayor a sus ganancias?. No lo creo. No lo sé. Lo que sí sé es que estoy en posición de exigirle, con mis 20 años que me regaló la medicina, que dejen de experimentar con animales. ¿Qué tal experimentar con voluntarios humanos?, ¿estaría yo igual de espantada?. Quién sabe, pero como están las cosas, no me gustan.