miércoles, 25 de febrero de 2015

ODIO ODIAR

Desde anoche llegó la noticia de la represión a maestros en Acapulco que dejó a una persona muerta y muchísimos heridos. Las fotos eran verdaderamente espantosas, gente ensangrentada, personas hacinadas en una camioneta de la policía, muchísima violencia. Cosas que de verdad, uno pensaría que pertenecen a otro momento de la historia, a otro país. Pero no, es hoy, es aquí, en México. 

http://aristeguinoticias.com/2502/mexico/violento-desalojo-de-maestros-en-acapulco-segob-da-cifra-menor-de-heridos/

No quiero escribir acerca de los maestros ya que he notado que muchas de estas discusiones son muy pesadas con algunas audiencias. Lo que hoy me sale es una reflexión de mucha tristeza y, más bien, mi tema es el odio en algunas facetas. 


Como todos sabemos, un mexicano ganó el Oscar a mejor película (y muchos otros) este fin de semana. Y dijo un discurso que a mí me pareció súper importante: habló de respeto hacia los migrantes. Deja tú la parte del gobierno que merecemos (que también es digno de destacarse); ¡Habló sobre los migrantes! En Estados Unidos. A la gente de Hollywood que tanto se ha esforzado por preservar una imagen de los mexicanos tan… rara. PUM. Qué emoción.  Al día siguiente, checando facebook y twitter me di cuenta que los medios gringos no hablaban de eso. Hablaban de muchísimas cosas, resaltaban el discurso de Patricia Arquette que exigía igualdad de salarios entre hombres y mujeres, pero nadie hablaba del discurso de Iñárritu. Pinches hipócritas, pensé. En eso, llega la tía loca/Donald Trump a decir cosas ultra racistas acerca de los mexicanos; sólo así se empezó a hablar del tema. Luego salieron más comentarios racistas de otras personas igual de mensas (aunque también hubo muchísimas personas que dijeron cosas buenas sobre nosotros). Y yo no podía dejar de pensar: Pinches gringos, parece que no están contentos si no odian a alguien. Que si los negros, que si los latinos, que si los asiáticos, que los musulmanes. ¡A todos! No mamen. 

Y pues nada, me puse triste. Qué horror que nuestro “modelo a seguir” sea un país tan lleno de odio (No todos. Hay gente hermosísima). Clarito vi esas mismas frases que dicen los gringos tipo Donald Trump traducidas a alguna fresa en Antara quejándose de los indígenas. Clarito vi las paredes que construyen para separar la zona “bonita” de Santa Fe de las zonas “feas”. Vi perfecto a los señores en Reforma quejándose de cualquier grupo que esté marchando y diciendo “ya les hace falta una buena refriega”. Todo eso lo vi. Y pues que me pongo más triste. 


Para ver más imágenes de esta serie: 

Lo que pasó anoche es horrible, es algo que a nadie le debería de pasar, sin importar lo que estén haciendo, nada justifica este nivel de violencia y brutalidad. ¿En qué momento un granadero vio una amenaza tal en un maestro de sesenta y cacho años, con problemas para caminar, que tuvo que golpearlo hasta matarlo? En el momento en el que el discurso de medios y políticos y demás personajes nefastos se le anidó en la mente. “Son peligrosos, van a desestabilizar el país, son unos mugrosos, son una bola de salvajes, no entienden que afectan el turismo”. Pffff… pffff y más pfffffffff. El problema es que nos ponemos a odiar sin pensar. Y el odio genera violencia. Y la violencia genera desgracias como la de anoche o casos más cercanos como muertes en las escuelas por el -famosísimo- bullying. Cosas horribles. Cosas por las que nadie debería de pasar. 

http://www.proceso.com.mx/?p=396870

El segundo problema es que cuando justificamos el odio y la violencia hacia un grupo de personas, también estamos justificando un odio y violencia potencial hacia nosotros.


Sólo quisiera que alguno de estos enojados extremos me conteste: ¿De qué te sirve odiar tanto? ¿Eres más feliz? Señor Trump, dígame: ¿Estaría usted feliz si no hubiera ni un mexicano en su país? ¿Dejaría de odiar? ¿Le ha llevado a algo sentir este repudio por los mexicanos que están en Estados Unidos?  

No sé a ustedes, pero a mí, odiar jamás me ha llevado a nada más que a sentirme peor conmigo misma. Ni cuando voy manejando me ha servido odiar a alguien porque aparentemente no tengo poderes mentales como para hacer explotar llantas (aún). 
Por ejemplo, tuve un novio hace milloooones de años con el que todo acabó mal. Y de verdad, lo odiaba. Y no lo voy a adornar. Lo veía y quería que sufriera por haber sido tan maldito (tan dramática la adolescencia). Un día, lo vi besándose con su nueva novia como por milésima vez. Y en lugar de, como siempre, sentir odio y enojo porque la estaba pasando bien; sentí… nada. Me di cuenta que estaba tan enfocada en odiarlo que no me había dado cuenta que en realidad, no sentía absolutamente nada por él. ¿Estaba ofendida? Claro, pero no valía la pena perder un segundo más pensando en cómo quería que sufriera, por que en realidad, no me importaba. Mis ganas de odiarlo eran tantas que cada que lo veía feliz, yo sufría. ¡Y por nada! Ahí fue cuando me di cuenta que el odio es el peor sentimiento que alguien puede tener. Es el más vacío y el más inútil.  

La falta de conocimiento, la falta de empatía, la incomprensión hacia la vida de los demás nos llevan al odio. ¿Y no es eso culpa nuestra? ¿No es culpa de Donald Trump ser un menso y pensar cosas tan básicas y por eso odiar a los migrantes? ¿No es culpa nuestra no entender el contexto de lo que pasa en Oaxaca, en Guerrero y en muchos otros lugares del país? ¿No es culpa de su ignorancia discriminar a los indígenas y sentir repudio cuando ven a alguno caminando por el DF pidiendo dinero? 

Cuando Calderón aún era presidente, alguien fue a una premiación, a algo así. No recuerdo bien la situación. El chiste es que una señora felicitó a Calderón por la famosa “Guerra contra el narco” sin importar las miles de muertes que llevaba a cuestas. ¿Por qué? Porque le tenía un odio tal a los “criminales” que simplemente no le importaba si se morían o no. “Que se maten entre ellos”. Ay güey. ¿Y toda la gente que queda en medio? ¿Será que todos están metidos en eso por gusto? ¿Será que de verdad tienen más opciones? No sabemos el contexto real de estas personas y por lo mismo, yo no puedo justificar ni una de sus muertes. 

Yo me niego a aceptar el odio y la violencia. Yo quiero que en este mundo haya justicia, no venganza. Así sean las peores personas del universo, yo voy a defender sus derechos para que nadie les haga daño sólo porque pueden. Así sea Donald Trump, igual lo voy a defender. Me gustaría pensar que todos los demás harían lo mismo por mí. 




miércoles, 11 de febrero de 2015

Acá nomás pensando en las lonjas con pelos.

El siguiente texto no es una crítica a mi familia. Los quiero tremendamente y los mismos traumas que tenemos nosotros, los tienen miles de personas. ¿Ok? Ok.  

Una historia rápida para ponerlos en contexto: tengo una sobrina muy graciosa, inteligente y hermosa que resulta que no come fruta. Nada. Todo lo demás sí come, pero no puede con la fruta. El otro día estábamos desayunando y platicando del tema de la temporada -la boda de mi hermana- y estábamos diciendo que deberíamos intentar comer saludable para llegar cómodos a la boda. Y alguien le dijo a mi sobrina (de 5 años por cierto) “¡Sí, nos tenemos que poner a dieta!” (aunque lo que en realidad quería era incitarla a comer fruta, pero salió todo mal). Y de ahí no sé en qué momento mi sobrino le dijo que si engordaba ya no iba a ser bonita. Yo, evidentemente, empecé a decir que no, que el peso no tenía nada que ver con lo increíble, inteligente o bonita que seas. Y mi sobrino siguió. Y nada, al final cambiamos de tema porque todos nos estábamos enojando. Pero lo más cabrón es que nadie le dijo que estaba mal; lo mandaron callar, pero nadie lo intentó sacar de su idea. 

Esta situación y muchas otras “batallas” personales, me pusieron a pensar en la presión tan fuerte que tenemos por estar delgados. Especialmente las mujeres. Y lo que está más horrible es que esta presión la empiezas a sentir desde chiquit@. Mi sobrina tiene 5 años y cada vez más seguido habla del peso, se fija en quién tiene panza y quién no; llora porque le dicen señora gorda de broma para molestarla (aunque a veces llora de todo, así que no es un buen parámetro). Qué miedo que creamos que ser gordo es lo peor que te puede pasar. Qué miedo que la palabra “gorda” tenga tanto poder destructivo en nuestra cabeza.  

Yo, desde hace mucho y a pesar de estar feliz en mi cuerpo, no recuerdo una época donde no haya estado aunque sea medio a dieta. Lo principal es que me preocupa mi salud (por el gran historial de diabetes en mi familia), pero aún así, es dieta -a medias- y te pone en un estado mental muy extraño. Siempre me he considerado una persona bastante segura de mí misma; me gusta mi cuerpo y siempre me he vestido como se me pega la gana, sin importarme que “los leggings no son para gordas” y pendejadas que dice la gente pendeja (¿pues quién más?). Pero debo decir que todo esto, ha sido gracias a mí; no a mi entorno. Mis hermanas me han apoyado bastante en el proceso de sentirme bonita y quererme, pero son bastante duras con ellas mismas y con los demás, a veces sin querer y sin darse cuenta. Mi mamá simplemente es pasivo-agresiva con el tema, te dice que no le gusta cómo estás vestida o que “algo está muy pegado”, lo cual es menos extremo, pero no deja de ser duro y jamás la he escuchado decir que está cómoda con ella misma; al contrario. Lo peor de todo, es que siempre he pensado que si se vieran con los mismos ojos que yo las veo, otra cosa sería. Porque yo siempre creo que son hermosas, aún en sus días fodongos jajaja. 

Y la cuestión a la que voy es que por mucho que te digan que eres bonita o lo que sea, cuando los demás tienen estándares tan extremos con ellos mismos, no puedes evitar compararte y decir: Tal vez yo también me debería de preocupar por esas cosas. 

El asunto del peso siempre ha rondado a esta familia y para nuestra desgracia (¿o no?) somos de esas familias que disfrutan una tarde de sábado con cervezas, carne asada, guacamole y helado de postre. Y que si se nos “olvida” hacer ensalada pues no pasa nada, igual nunca nos la acabamos. No es fácil. Y no todos en la familia somos súper deportivos. Así que tenemos todo en nuestra contra. 

Pero nos gusta ser saludables, nos gusta sentirnos bien y nos gusta comer bien. Nos gusta ser felices. El asunto es que siempre estamos pensando en el peso. No hay una semana en que no se mencione alguna dieta o que una hermana hable de lo mucho que ha engordado o enflacado algún familiar, como si de verdad fuera algo importante. Yo jamás he escuchado decir a alguien de mi familia (salvo mi papá, que ama enseñar sus músculos) que le gusta cómo es o que le gusta su cuerpo. Jamás. Y en cambio, sí las he escuchado hablar de dietas, remedios para las estrías, la panza, lo gordo del brazo y pendejadas que la verdad, a nadie le importan. 

Las mujeres -casi- siempre acabamos midiéndonos ante estándares que supuestamente nos harán más o menos deseables a la hora de conseguir pareja. Deja de lado la salud, lo importante es mantenerte bonita para que tu esposo no te cambie por una chica más joven. Chale. ¿Qué necesidad de meternos en la cabeza que si no estamos “buenas” nadie nos va a querer? Porque si eres hombre, no hay pedo, mientras sepas proveerle a tu mujer de lo necesario, ya la hiciste. No importa cómo te veas. 

¿Y saben qué? La realidad es que no importa cómo te veas. No importa si eres hombre o mujer, no importa si tienes lonjas, si tienes pelo o no. Neta a nadie le importa. Siempre habrá alguien a quien le gusten las lonjas con pelos. SEGURO. Y de verdad, llama más la atención una persona feliz, que alguien que se limita todo el tiempo por no engordar o por cumplir ciertos estándares mensos. Independientemente del tema salud, estar gordo o no, es una decisión personal que nadie tiene por qué juzgar y que definitivamente no te hace mejor ni peor persona. Es como tomar refresco, fumar, comer comida procesada, reciclar, andar en coche o en bici. Son decisiones y cada quien vive con ellas. No hay por qué juzgar a los demás por eso. 

Y nada, hay que querernos. Urgente. 

Así que bueno, últimamente como me preocupa mucho el tema del autoestima y el empoderamiento he estado siguiendo en instagram a cuentas que hablan de tener una imagen positiva del cuerpo, es mayormente acerca de las mujeres, pero aplica para todos. Acá les dejo mis favoritas: