http://aristeguinoticias.com/2502/mexico/violento-desalojo-de-maestros-en-acapulco-segob-da-cifra-menor-de-heridos/
No quiero escribir acerca de los maestros ya que he notado que muchas de estas discusiones son muy pesadas con algunas audiencias. Lo que hoy me sale es una reflexión de mucha tristeza y, más bien, mi tema es el odio en algunas facetas.
Como todos sabemos, un mexicano ganó el Oscar a mejor película (y muchos otros) este fin de semana. Y dijo un discurso que a mí me pareció súper importante: habló de respeto hacia los migrantes. Deja tú la parte del gobierno que merecemos (que también es digno de destacarse); ¡Habló sobre los migrantes! En Estados Unidos. A la gente de Hollywood que tanto se ha esforzado por preservar una imagen de los mexicanos tan… rara. PUM. Qué emoción. Al día siguiente, checando facebook y twitter me di cuenta que los medios gringos no hablaban de eso. Hablaban de muchísimas cosas, resaltaban el discurso de Patricia Arquette que exigía igualdad de salarios entre hombres y mujeres, pero nadie hablaba del discurso de Iñárritu. Pinches hipócritas, pensé. En eso, llega la tía loca/Donald Trump a decir cosas ultra racistas acerca de los mexicanos; sólo así se empezó a hablar del tema. Luego salieron más comentarios racistas de otras personas igual de mensas (aunque también hubo muchísimas personas que dijeron cosas buenas sobre nosotros). Y yo no podía dejar de pensar: Pinches gringos, parece que no están contentos si no odian a alguien. Que si los negros, que si los latinos, que si los asiáticos, que los musulmanes. ¡A todos! No mamen.
Y pues nada, me puse triste. Qué horror que nuestro “modelo a seguir” sea un país tan lleno de odio (No todos. Hay gente hermosísima). Clarito vi esas mismas frases que dicen los gringos tipo Donald Trump traducidas a alguna fresa en Antara quejándose de los indígenas. Clarito vi las paredes que construyen para separar la zona “bonita” de Santa Fe de las zonas “feas”. Vi perfecto a los señores en Reforma quejándose de cualquier grupo que esté marchando y diciendo “ya les hace falta una buena refriega”. Todo eso lo vi. Y pues que me pongo más triste.
Para ver más imágenes de esta serie:
Lo que pasó anoche es horrible, es algo que a nadie le debería de pasar, sin importar lo que estén haciendo, nada justifica este nivel de violencia y brutalidad. ¿En qué momento un granadero vio una amenaza tal en un maestro de sesenta y cacho años, con problemas para caminar, que tuvo que golpearlo hasta matarlo? En el momento en el que el discurso de medios y políticos y demás personajes nefastos se le anidó en la mente. “Son peligrosos, van a desestabilizar el país, son unos mugrosos, son una bola de salvajes, no entienden que afectan el turismo”. Pffff… pffff y más pfffffffff. El problema es que nos ponemos a odiar sin pensar. Y el odio genera violencia. Y la violencia genera desgracias como la de anoche o casos más cercanos como muertes en las escuelas por el -famosísimo- bullying. Cosas horribles. Cosas por las que nadie debería de pasar.
http://www.proceso.com.mx/?p=396870
El segundo problema es que cuando justificamos el odio y la violencia hacia un grupo de personas, también estamos justificando un odio y violencia potencial hacia nosotros.
Sólo quisiera que alguno de estos enojados extremos me conteste: ¿De qué te sirve odiar tanto? ¿Eres más feliz? Señor Trump, dígame: ¿Estaría usted feliz si no hubiera ni un mexicano en su país? ¿Dejaría de odiar? ¿Le ha llevado a algo sentir este repudio por los mexicanos que están en Estados Unidos?
No sé a ustedes, pero a mí, odiar jamás me ha llevado a nada más que a sentirme peor conmigo misma. Ni cuando voy manejando me ha servido odiar a alguien porque aparentemente no tengo poderes mentales como para hacer explotar llantas (aún).
Por ejemplo, tuve un novio hace milloooones de años con el que todo acabó mal. Y de verdad, lo odiaba. Y no lo voy a adornar. Lo veía y quería que sufriera por haber sido tan maldito (tan dramática la adolescencia). Un día, lo vi besándose con su nueva novia como por milésima vez. Y en lugar de, como siempre, sentir odio y enojo porque la estaba pasando bien; sentí… nada. Me di cuenta que estaba tan enfocada en odiarlo que no me había dado cuenta que en realidad, no sentía absolutamente nada por él. ¿Estaba ofendida? Claro, pero no valía la pena perder un segundo más pensando en cómo quería que sufriera, por que en realidad, no me importaba. Mis ganas de odiarlo eran tantas que cada que lo veía feliz, yo sufría. ¡Y por nada! Ahí fue cuando me di cuenta que el odio es el peor sentimiento que alguien puede tener. Es el más vacío y el más inútil.
La falta de conocimiento, la falta de empatía, la incomprensión hacia la vida de los demás nos llevan al odio. ¿Y no es eso culpa nuestra? ¿No es culpa de Donald Trump ser un menso y pensar cosas tan básicas y por eso odiar a los migrantes? ¿No es culpa nuestra no entender el contexto de lo que pasa en Oaxaca, en Guerrero y en muchos otros lugares del país? ¿No es culpa de su ignorancia discriminar a los indígenas y sentir repudio cuando ven a alguno caminando por el DF pidiendo dinero?
Cuando Calderón aún era presidente, alguien fue a una premiación, a algo así. No recuerdo bien la situación. El chiste es que una señora felicitó a Calderón por la famosa “Guerra contra el narco” sin importar las miles de muertes que llevaba a cuestas. ¿Por qué? Porque le tenía un odio tal a los “criminales” que simplemente no le importaba si se morían o no. “Que se maten entre ellos”. Ay güey. ¿Y toda la gente que queda en medio? ¿Será que todos están metidos en eso por gusto? ¿Será que de verdad tienen más opciones? No sabemos el contexto real de estas personas y por lo mismo, yo no puedo justificar ni una de sus muertes.
Yo me niego a aceptar el odio y la violencia. Yo quiero que en este mundo haya justicia, no venganza. Así sean las peores personas del universo, yo voy a defender sus derechos para que nadie les haga daño sólo porque pueden. Así sea Donald Trump, igual lo voy a defender. Me gustaría pensar que todos los demás harían lo mismo por mí.